Según testigos, los secuestradores vestían atuendos parecidos a los que usan los policías. Al conductor de la buseta le atravesaron una moto y le dispararon.
Ángel G., conductor de una buseta en la que trasladaba a sus dos hijos de 10 y 12 años, además de otro pequeño también de 10 años, no pudo evitar ser víctima de secuestro.
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El adulto y los tres menores de edad, entre ellos una niña, fueron bajados a la fuerza del micro y embarcados en dos vehículos en los que se movilizaban sus captores.
El secuestro ocurrió antes de las 07:00 de este miércoles, 20 de diciembre, en el sector Cañalito, vía a Valencia.
Ángel G. se dirigía con los niños hasta una unidad educativa ubicada en la vía a Valencia.
De lunes a viernes se movilizaba desde su casa, ubicada en la parroquia rural San Carlos, hasta Quevedo para llevar a los menores al centro educativo particular. Esa ruta la conocían sus secuestradores, quienes por días lo habrían estado siguiendo hasta poder ejecutar el rapto.
El hecho violento ocurrió ante la presencia de los comerciantes del sector Cañalito. Ellos indicaron que los delincuentes vestían ropa de color negro y algunos atuendos parecidos a los que usan los policías.
La detonación de las armas de fuego los alertó. Los testigos dijeron que una motocicleta se le atravesó al bus, los delincuentes además se movilizaban en dos vehículos y entre gritos le pedían a Ángel G. que abriera la puerta.
La Policía llegó al sitio y tras revisar la escena del secuestro y las cámaras de seguridad realizó operativos e intervenciones para poder ubicar a las víctimas.
Se conoció extraoficialmente que Ángel G. es un conocido comerciante agrícola, a quien presuntamente delincuentes habrían estado extorsionando, aunque esto aún no ha sido confirmado por la Policía.
El secuestro del comerciante y los tres niños encendió la alerta en Quevedo, donde este tipo de delitos han quedado expuestos por videos de seguridad.
La comunidad está alarmada y ante los frecuentes casos, algunos ciudadanos tras vender todas sus propiedades y pertenencias han preferido emigrar a otras ciudades e incluso a otros países en busca de un lugar menos violento para vivir. (I)
Fuente: El Universo