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El Último Inca Vino de Mortiño, innovación y tradición cotopaxense

En la comunidad de Quinticusig, a tan solo diez minutos del cantón Sigchos, floreció una iniciativa que combina tradición, innovación y sostenibilidad: El Último Inca Vino de Mortiño. Este producto, orgullo de Cotopaxi, es elaborado por la Asociación de Productores y Comercializadores Agropecuarios, formada hace varios años por 17 familias, actualmente 22 son parte. La asociación no solo produce el primer vino de mortiño a nivel nacional, sino que también da empleo a decenas de personas en las etapas de cultivo, cosecha, producción y distribución.

El Vino de Mortiño es la estrella de una gama de seis sabores que incluye pitahaya, jamaica, frambuesa, maracuyá y mora. Estos vinos han alcanzado las perchas de comercios en todo el país, destacando por su origen orgánico en los páramos vírgenes de Sigchos. En la época navideña, El Último Inca ofrece promociones especiales, fomentando el consumo de este producto artesanal.

Sin embargo, los recientes incendios en el cantón Sigchos afectaron la producción de mortiño, materia prima esencial para el vino. Aunque el daño fue controlado a tiempo y de manera limitada, la recuperación del ecosistema tardará entre cinco y seis años debido a la delicadeza de los páramos vírgenes. A pesar de este reto, la asociación sigue adelante con su compromiso de calidad y sostenibilidad.

El mortiño, una fruta silvestre que anteriormente se usaba únicamente en la colada morada durante la época de finados, ahora es el pilar de esta innovadora iniciativa. Su producción orgánica en Sigchos posiciona a este cantón como el mayor productor de mortiño a nivel nacional. Además de ser un ingrediente clave en vinos y dulces, el mortiño se perfila como una materia prima con futuro en la industria farmacéutica y de bebidas energizantes, gracias a sus propiedades que ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares, diabetes, artritis, Alzheimer y Parkinson.

Con un enfoque en el aprovechamiento sostenible y el desarrollo comunitario, El Último Inca Vino de Mortiño no solo enriquece la oferta gastronómica nacional, sino que también impulsa la economía local y preserva las tradiciones de Cotopaxi.

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